Texto de Hellene Fromm
Hay un dicho famoso que dice: la vida imita el arte. Otras veces él es citado al revés, el arte imita la vida. Siendo vivir la más intensa y compleja de las artes, estos dichos, virados y revirados, acaban por ser una de las paradojas de la humanidad.
En el último año me sumergí en el mundo del arte, no como creadora, sino como espectadora curiosa desde que me encontré con la magnífica obra de la artista sueca Hilma af Klint. Hilma, en este tiempo que vivimos ahora, ha ganado una serie de adjetivos que se esfuerzan por enmarcarla en lugares conocidos, en esas certezas necesarias a nuestros pensamientos, para que nos sintamos seguros y lejos de los miedos que pueblan aquello que no podemos nombrar y es el desconocido que nos seduce a encuadrarlas, a ella y a su obra.
“Madre del arte abstracto”, “médium”, “una mujer delante de su tiempo”, “científica”, “una de las primeras mujeres a estudiar arte en una universidad”, “mística”, “genia”, “alquimista”, adjetivos que nos sirven de clave para un cuarto seguro, habitado, aunque ellos impliquen un reduccionismo.
Mi primer contacto con sus obras me trajo espanto, ternura, reconocimiento, reencuentro y una curiosidad casi descontrolada, que me llevaba hasta desear lo imposible, volver 70 años en el tiempo para poder hacerle muchas preguntas … sobre sus obras enigmáticas, sus motivaciones, sus maestros y sus misterios. Me quedé así por un tiempo, como que en un intento de entender racionalmente – aun que teniendo deseos irracionales – las emociones que sus obras suscitan en mí. Por fin acepté que mi intelecto sería incapaz de traducir, de decodificar esos mensajes. Buceada en ese mar desconocido, creado en ese tiempo nuevo que pasó a existir cuando me conecto con su obra, pude escuchar mis emociones a través de las muchas informaciones que mi cuerpo recibía al estar frente a frente con ellas, como un movimiento de inspiración y expiración. Pero el intelecto, un bocho, tiene esas cosas, siempre encuentra un camino para sacarnos del flow, de aquellos momentos que experimentamos la supresión del tiempo y espacio y donde nuestro cuerpo, nuestro sentir y nuestro pensar se emparejan.
En una de esas maravillosas sincronías de la vida, me cayó en las manos la historia de Machamba, libro ganador del primer premio Kindle Brasil de literatura y finalista del Premio Jabuti 2018 (uno de los mas importantes premios de literatura de Brasil), poéticamente escrito por mi amiga Gisele Mirabai. Machamba también fue una de estas mujeres a quien el mundo atormentaba con adjetivos, pero “ella no los tomaba”, desviaba de los adjetivos tan naturalmente como un río que corre hacia el mar. Machamba me trajo una de las llaves para desencriptar uno de los mensajes que yo podía sentir que Hilma me enviava a través de sus, pero no sabría explicar en palabras, Machamba me enseñó que existe el “tiempo grande” y el “tiempo pequeño”, que en el tiempo grande existen las cosas que no perecen, que no necesitan del calendario gregoriano y mucho menos del tic-tac del Big Ben para existir, y que es en el el tiempo pequeño que reside en las grandiosas pequeñeces, que como un agujero negro aspiran nuestros sentidos y nos dejan sólo con la aritmética del 2 + 2 son 4. Pequeñeces, que en su correcto lugar son necesarios para una vida funcional, pero que ocupando espacios grandiosos hacen palabras como cotidiano, día a día y rutina se convierten en los adjetivos más temidos de los intelectuales/bochos/innovadores del siglo XXI.
Ahora puedo entender –aunque cuando hablen eso, tal vez lo digan con el pensamiento de quien vive en el tiempo pequeño – cuando dicen que Hilma pintó para el futuro. El futuro, en el tiempo grande, fue, es y será a partir del momento que decidimos experimentar esta nueva perspectiva, que pasa por la osadía de desprenderse y aflojar las riendas del control de lo que llamamos, tiempo.
¿Usted puede estar preguntándose que hace un texto sobre un romance y una pintora del siglo pasado en un sitio de tecnología y futurismo, no?
Pero esta palabra TEC-NO-LO-GÍA, un sustantivo, que en nuestro tiempo pequeño anda ganando aires de sujeto, y miren que chiste nos hace nuestro intelecto … ¿no serían los sustantivos mas apropiados para ser seguidos de un adjetivo que lo caracterice y lo califique, que un sujeto? Pero son muchas las oportunidades donde nosotros seguimos sujetando sustantivos y adjetivando sujetos. Esta tecnología “como gente, sujeto” es cosa del tiempo pequeño, la tecnología en el tiempo grande es bien hecha, bien adjetivada, con adjetivos puestos por sujetos investigadores de sí, curiosos de sí y ávidos por llegar a ser mejores para sí y para los demás. Sujetos del tiempo grande, como Hilma y Machamba, mujeres que usaron tan bien tecnologías super avanzadas!
Y aquí, necesito compartir con ustedes lo que creo que sea esa palabra que anda tanto boca a fuera en nuestra época:
Tecnología | Tékne + logos | Griego
Tékne – arte, industria, habilidad. Tekhnikós – relativo a un arte.
Logos – argumento, discusión, razón. Logikos – relativo al razonamiento.
Lego – yo digo.
Frances Stewart, después de un analisis etimologica, dijo que tecnología “es el conjunto de conocimientos, argumentos, razones en torno a un arte, a un hacer determinado, cuyo objectivo es satisfacer necesidades humanas”, me encanta la construción final de su frase, me gusta pensar que le tomó un tiempo para eligir las palavras que eligió, que haya eligido el verbo satisfacer y no desear, que escogió como sustantivo necesidad y no deseo y su elección del adjetivo: humano, donde podria haber enmarcado muchos otros. A mi me gusta contemplar esta frase, ella me trae la impossibilidad de fin, de resumen, de definición a un arte que puede – y debe – ser tan plural y humana como fueron las de Hilma y el legado de Machamba. Me amplia la vision de tecnología como medio, como camino seguro a explorar.
Machamba e Hilma nos traen la posibilidad de incluso sumergido en el tiempo pequeño, mirar a través del agujero de su historia y su arte, un futuro con el más avanzado desarrollo tecnológico que necesitamos anhelar, lo humano.
Yo les invito a conocer un poco mas sobre estas dos mujeres y mis queridas amigas, Luciana Pinheiro escritora del libro “As Cores da Alma” que cuenta sobre la vida y la obra de Hilma af Klint y Gisele Mirabai que parió al mundo en verso y prosa las andanzas de Machamba hasta regresar a su Tiempo-Yo Grande y que tanto tienen a enseñarnos sobre los caminos que nos llevan hacia nosotros mismos.
Luciana Pinheiro https://www.hilmaafklintbiografia.com/
Gisele Mirabai https://giselemirabai.com/
Texto disponible en portugués, haga clic aquí para acceder